Autor: Katiana Murillo,12 Diciembre 2015
París, Francia. Para quienes pensaron que el 2015 iba a ser un año negro para París, la ciudad encontró en diciembre nuevamente su luz como la anfitriona de una de las cumbres climática más relevantes y, finalmente, esperanzadoras.
El acuerdo climático alcanzado este 12 de diciembre para entrar en vigor en el 2020, está lejos de ser perfecto, de hecho es solo el marco, la hoja de ruta de una titánica tarea que hay por delante, pero existe. Es un acuerdo legalmente vinculante que involucra a todos, un mensaje de la comunidad internacional que al menos reconoce que debemos cambiar de dirección y rápidamente.
También aclara en su preámbulo que el timón no lo tienen solo los gobiernos, sino que la acción climática es una tarea en la que deben estar involucrados los diferentes actores: sociedad civil, sector privado, instituciones financieras, ciudades, autoridades subnacionales, comunidades locales; y por supuesto, usted y yo.
Para todos los que estuvimos en la cumbre de Copenhague, la COP15, fue frustrante haber esperado un acuerdo similar para entonces. Pasaron seis años para ver los signos iniciales de cambio. Pero ya los tenemos.
El Acuerdo de París se alinea con lo dicho por la comunidad científica internacional sobre la necesidad de mantener la temperatura del planeta muy por debajo de los dos grados Celsius respecto de los niveles preindustriales e incluso incluyó “perseguir esfuerzos para limitar el incremento en la temperatura a 1.5 grados Celsius” lo que, contra todos los pronósticos, tuvo el impulso en esta COP de una coalición de más de 100 países y fue finalmente puesto en el acuerdo. La forma en que se incluyó puede sonar muy vaga, de hecho ha recibido críticas, pero incorporar algo así en este acuerdo era impensable meses atrás.
Ahora bien, lograr esto no es suficiente con los planes climáticos o contribuciones nacionales (INDC) que los países han presentado hasta la fecha. Estos compromisos que el mismo acuerdo señala deben revisarse y ser mucho más ambiciosos; en el mejor de los casos, así como están, nos estarían llevando a un aumento en la temperatura del planeta de 2,7 grados.
El trabajo es todavía muy arduo si se considera que muchos países condicionaron parte de estos compromisos al apoyo financiero internacional. Y los mecanismos y montos de financiamiento son uno de los grandes temas que requieren aterrizarse más.
Para cumplir con el Acuerdo necesitaríamos empezar ya a descarbonizar las economías, lo que significa, entre otras cosas, avanzar de forma más decidida hacia las energías renovables y decirle adiós a como sea a los combustibles fósiles. Nada sencillo y puede sonar hasta ilusorio para muchos. Pero lo cierto es nos queda muy poco tiempo para alcanzar el pico máximo de emisiones a partir del cual es necesario bajar y de forma sostenida para no sobrepasar el umbral de los dos grados.
Hay aspectos importantes que en el acuerdo aún no tienen su lugar, como los derechos humanos, que no fueron incluidos en el cuerpo del acuerdo, solo en el preámbulo.
Pero lo más importante es que ya tenemos un marco legal vinculante a nivel global para seguir trabajando en lo que ya debemos estar haciendo TODOS y TODAS, no importa cuál sea nuestro ámbito de acción.
Porque si algo ha quedado claro en esta cumbre y plasmado en el Acuerdo, es que el cambio climático no es un tema ambiental, sino del desarrollo y un desarrollo que debe ser diferente si queremos evitar los impactos más drásticos del cambio climático.
Tiene que ver directamente con nuestro bienestar y especialmente con el de los más vulnerables. Tan histórico es este acuerdo para el planeta como la forma en la que usted decida contribuir.